jueves, 10 de julio de 2014

Juan Perón-Eva Duarte



-El amor de la pareja, la fuerza juvenil de Evita, su pasión social nacida, según sus biógrafos, de su origen humilde y de la vida sacrificada que le había tocado sobrellevar, y la devoción de ella por Perón hicieron de ambos una unidad inescindible. (Biografia de Juan Domingo Perón. www.jdperon.gov.ar)

-Estábamos en un acto en el Luna Park (por el terremoto de San Juan) y ella quería que la subiese al escenario para que recitara unas poesías. Costaba encontrarle un hueco, me tironeaba del pantalón desde abajo del escenario y de repente apareció Perón. En un rapto de genialidad, se me ocurrió matar dos pájaros de un tiro y le propuse a Eva formar parte de un comité de recepción de Perón. Grande fue mi sorpresa al verlos, al rato juntos y charlando animadamente. Cuando el tiempo me demostró cómo había terminado esa historia de amor, me sentí orgulloso de haber sido quien los puso frente a frente (Roberto Galan, Revista semanario ED.Perfil)


-La argentina Eva Perón, que nació en 1919, no sólo enamoró a su esposo, Juan Domingo Perón, sino que cautivó a todo un pueblo. Cuando murió a la edad de 33 años, se la consagró como -líder espiritual de Argentina. Pero aunque ha pasado a la historia por su labor social, posicionándose siempre del lado de los trabajadores, el amor entre ella y su marido, presidente de Argentina también fue de cuento de hadas.
( http://mifuturo.estilisimo.com/amor/especial/pareja8.asp)


-Evita nunca se sometió a ningún macho. Ni siquiera a Perón. A Perón lo tapaba de elogios, lo inundaba de frases monumentales y enormes declaraciones de amor, pero no se le sometió. Cuando algunos dicen que Perón no tuvo adversarios de peso en la Argentina de los 50, yo creo que el adversario de peso que tuvo Perón fue Evita. Y esto es un tema muy delicado. Esta es una postura ideológica muy personal, pero Evita fue el adversario de Perón. Perón nunca iba a ir hasta los extremos. Evita hace traer armas de Holanda, 500 ametralladoras y 1.500 pistolas automáticas, para armar a los obreros. Cuando Evita muere, Perón les da esas armas a la Gendarmería y con esas armas la Gendarmería lo derroca en el 55. Perón es un político, un conciliador, un negociador, y Evita es una apasionada que llega a los extremos. Realmente, la gran figura alternativa, la gran figura que se le opone a Perón, es la de Evita (Jose Pablo Feinman; Rebelión).


-Muchos me reprocharán que haya escrito todo esto pensando solamente en él; yo me adelanto a confesar que es cierto, totalmente cierto. Y yo tengo mis razones, mis poderosas razones que nadie podrá discutir ni poner en duda: yo no era ni soy nada más que una humilde mujer ... un gorrión en una inmensa bandada de gorriones ... Y él era y es el cóndor gigante que vuela alto y seguro entre las cumbres y cerca de Dios. Si no fuese por él que descendió hasta mí y me enseñó a volar de otra manera, yo no hubiese sabido nunca lo que es un cóndor ni hubiese podido contemplar jamás la maravillosa y magnífica inmensidad de mi pueblo. Por eso ni mi vida ni mi corazón me pertenecen y nada de todo lo que soy o tengo es mío. Todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que pienso y todo lo que siento es de Perón. Pero yo no me olvido ni me olvidaré nunca de que fui gorrión ni de que sigo siéndolo. Si vuelo más alto es por él. Si ando entre las cumbres, es por él. Si a veces toco casi el cielo con mis alas, es por él. Si veo claramente lo que es mi pueblo y lo quiero y siento su cariño acariciando mi nombre, es solamente por él. Por eso le dedico a él, íntegramente, este canto que, como el de los gorriones, no tiene ninguna belleza, pero es humilde y sincero, y tiene todo el amor de mi corazón. (Eva Peron .La Razon de mi Vida).


-Cuando la relación de Perón y Evita dejó de ser furtiva, hasta el corresponsal de la revista The New Yorker decía de la pareja: -Toda su actuación está basada en el amor. Están constantemente, locamente, apasionadamente, nacionalísticamente enamorados. (Eduardo Baustein. Heroes desesperado, Revista Latido)


amor
Evita

Palabras de Eva Perón en su libro "Mi mensaje"

TENIA QUE VOLAR CON ÉL

En "La Razón de mi Vida" dije con mis pobres palabras cómo un día maravilloso de mi existencia me encontré con Perón. El ya estaba en la lucha. Lo recuerdo como si lo viese, con la mirada llena de brillo, con la frente levantada, con su limpia sonrisa, con su palabra encendida por el fuego de su corazón. Vi desde el primer momento la sombra de sus enemigos, acechando como buitres desde la altura o como víboras pegajosas desde la tierra vencida. Vi a Perón demasiado solo, excesivamente confiado en el poder vencedor de sus ideales, creyendo en la primera palabra de todos los hombres como si fuese su propia palabra, limpia y generosa, sincera y honrada. No me atrajeron ni su figura ni los honores de su cargo y, menos, sus galones de militar. Desde el primer momento yo vi su corazón, y sobre el pedestal de su corazón, el mástil de sus ideales sosteniendo cerca del cielo la bandera de su Patria y de su Pueblo. Vi su inmensidad, una soledad como la de los cóndores, como la de las altas cumbres, como la soledad de las estrellas en la inmensidad del infinito. Y a pesar de mi pequeñez, decidí acompañarlo. Por seguirlo, por estar con él, hubiese sido y hubiese hecho cualquier cosa menos torcer la ruta de su destino. Fue cuando le dije un día: "estoy dispuesta a seguirlo, donde quiera que vaya". Poco a poco yo entré también en sus batallas. A veces porque me provocaron sus enemigos. Otras, porque me indignaron sus traiciones y sus mentiras. Había decidido seguirlo a Perón, pero no me resignaba a seguirlo de lejos, sabiéndolo rodeado de enemigos y ambiciosos que se disfrazaban con palabras amistosas. Y de amigos que no sentían ni el calor de la sombra de sus ideales. Yo quería estar con él los días y las noches de su vida, en la paz de sus descansos y en las batallas de su lucha. Ya sabia que él, como los cóndores, volaba alto y solo. ¡Y sin embargo yo tenía que volar con él! Confieso que no medí desde el principio toda la magnitud de mi decisión. Creí que podía ayudar a Perón con mi cariño de mujer; con la compañía de mi corazón enamorado de su persona y de su causa, pero nada más. Pensé que mi tarea, junto a su soledad, era llenarla con la alegría y con los entusiasmos de mi juventud.

peron

MI CORONEL

Y así emprendimos el camino: alegres y felices en medio de la lucha. Un día me confesó que yo, su pequeña "giovinota" como solía llamarme, era la única compañía sincera y leal de su existencia. ¡Nunca como ese día me dolió tanto mi pequeñez! ¡Ese día decidí hacer lo posible para acompañarlo mejor! Recuerdo que le pedí que fuese mi maestro y él, en las treguas de su lucha, me enseñó un poco de todo cuanto pude aprender. Me gustaba leer a su lado. Empezamos por "Las vidas paralelas" de Plutarco y seguimos después con las "Cartas completas de Lord Chesterfield a su hijo Stanhope". En un tiempo me enseñó un poco de los idiomas que él sabia: inglés, italiano y francés. Sin que yo lo advirtiese, fui aprendiendo también a través de sus conversaciones la historia de Napoleón, de Alejandro y de todos los grandes de la historia. Y así fue que me enseñó también a ver de una manera distinta nuestra propia historia. Con él aprendí a leer en el panorama de las cuestiones políticas internas e internacionales. Muchas veces me hablaba de sus sueños y de sus esperanzas, de sus grandes ideales. Metida en un rincón de la vida de "mi Coronel", se me ocurre que yo era algo así como un ramo de flores en su casa... Nunca pretendí ser más que eso. Sin embargo, la lucha que se libraba en torno de Perón era demasiado dura, muy grandes sus enemigos, casi infinita su soledad y demasiado grande mi amor para que yo pudiese conformarme con ser nada más que un poco de alegría en su camino.

domingo

Marysa Navarro es autora de Evita, una de las biografías más reputadas sobre Eva Perón, editada por primera vez en 1982. De visita en la Argentina para presentar un nuevo libro sobre ella, Evita. Mito y Representaciones, habló con Clarín sobre la especial relación entre Juan Perón y Eva, a continuación dejo la entrevista:

—¿Qué le aportó Eva a Perón?

—Perón en el poder no puede ser entendido sin Evita. Ella jugó un papel fundamental en la forma en que se estructuró el peronismo, entre junio del 46, cuando asume, y el 49, cuando se funda el partido. Y la impronta que aporta Evita en esa fase es la ampliación de la base social, en la medida en que continúa el trabajo de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión, aunque con su estilo personal y su discurso particular. Ella profundiza la peronización del movimiento obrero. A su vez, esto le permite desarrollar su estilo personal y poner un pie en la estructura de poder con su propia base, que son las mujeres, otro sector más al que integra.

—¿Y en lo personal?

—Ella lo suelta, lo desinhibe. Ella era mucho más joven, le trae una ligereza, un estilo de vida al que él no estaba acostumbrado. El era rígido, se levantaba todos los días a la misma hora, y ella era mucho más caótica, era actriz.

—¿Y qué le aportó Perón a Eva?

—Le dio todo. Le dio el poder. Le dio la posibilidad de ser lo que se le diera la gana. No hay hombre en el mundo que haga eso con su esposa. Le dio una vida personal impresionante. Le dio nombre, le dio casamiento, le dio status. Le dio la historia de amor más maravillosa de este mundo. Le dio todo lo que puede querer una chica de 20 años. La limpia de todo pecado y origen social.

—¿Por qué lo hizo?

—Entender eso es el gran misterio de esa relación. Yo creo que a partir del 43 hay una transformación profunda en Perón. El militar que sabe de estrategia empieza a actuar en política y cambia al entrar al mundo civil. Desarrolla su estilo campechano y directo. Ese período coincide con su metejón increíble con Eva. Se enamora y hace cosas que un señor de su clase social no tiene que hacer, como ir a buscarla a lugares públicos o llevarla a la gala del Colón. Yo no creo que Perón haya vislumbrado lo que ella iba a ser, porque hasta el 44 a Evita lo que le interesaba era hacer películas.

—¿Hubo un cortocircuito entre ellos por la candidatura fallida de Eva a la vicepresidencia en el 51?

—El enfrentamiento de ellos era imposible. Ellos eran complementarios. Ella trabajaba para el bien de él, que la fortalecía a ella. El se opuso porque el cuerpo militar se oponía y no por la enfermedad de ella, que todavía no se sabía tan grave. Y ella cede. Ella quería la candidatura, porque sin su asentimiento no es posible esa concentración de la Avenida 9 de Julio con el Partido Peronista Femenino. Pero en la medida en que él se opone, ella se echa para atrás. Y le debió costar muchísimo.


eva

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