jueves, 17 de julio de 2014

Mas tarde o mas temprano














Mas tarde o mas temprano
Se encuentran por la vida
Las almas gemelas que
Nunca se olvidan y aunque
A veces tarde para estar
Unidas, aun se reconocen
cuando ellas se miran

Mas tarde o mas temprano
E irremediablemente
Despiertan esas almas
Del sueño subconsciente
Entonces se dan cuenta
Del tiempo que han perdido
Buscando entre otros seres
Lo que nunca han tenido

Mas tarde o mas temprano
Quizás para que aprendan
Se encuentran cara a cara
Destapando sus vendas
Así al descubrir que
Son almas iguales
Aunque estén separados
Siguen siendo leales

Y si por el destino que
A veces es tan cruel
Las dos almas gemelas
No se pueden querer
Pueden mirar al mundo
Con valentía, y decir
"Todo valió la pena"
"Porque aprendí a vivir"
http://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-238979


miércoles, 16 de julio de 2014

LEJOS


SOMOS UNO..











Camino paso a paso, de la mano de mis aprendizajes, curando mis heridas pasadas, sanando mis heridas presentes. Camino junto a mis almas queridas, en un andar incesante, en ocasiones triste, feliz, pero siempre expectante, deseosa de hallar un lugar para el descanso... Y a pesar de estar acompañada, viajo sola, con mi mochila, donde hallo mis pesares, mis añoranzas, viejos harapos que debo desechar. Me despojo de todo ello, desnudo mi alma, la depuro. Y allí, al final de mi camino, diviso mi figura, frente a mí, esperando que llegue por fin... Camino hacia mí misma...me espero, mi regocijo es hermoso, mi despertar es eterno y mi reencuentro es el cielo...En un abrazo sublime, me fundo con mi otro Ser, en una fusión increíble, me lleno y sacio mi sed...
Somos uno.

ESCRIBE


Lo Amé


lunes, 14 de julio de 2014

Recuéstate




















Recuéstate,tu dulce cabecita está agotada.La noche cae,has llegado al final del viaje.Duerme ahora, y sueña con los que vinieron antes que nosotros.Te llaman desde lejanas costas.¿Por qué sollozas?¿Qué son estas lágrimas sobre tu rostro?Pronto te darás cuenta de que tus miedos van a desaparecer.Estás a salvo en mis brazos,dormido.¿Qué ves en el horizonte?¿Por qué llaman las blancas gaviotas?Cruzando el mar,una pálida luna se eleva.Las naves han venido para llevarte a casa.El alba se volverá cristal de plata,destello en el agua.Todas las almas se marchan.La esperanza se desvanece en el mundo de la noche,entre sombras que caen del tiempo y la memoria.No digas que todo ha terminado.Blancas costas nos llaman.Volveremos a encontrarnos.Y estarás aquí en mis brazos,dormido.¿Qué ves en el horizonte?¿Por qué llaman las blancas gaviotas?Cruzando el mar,una pálida luna se eleva.Las naves han llegado para llevarte a casa.Y todo se volverá cristal de plata,destello en el agua.Las naves grises zarpan hacia el oeste.

Palabras


AMOR CONSCIENTE












Publicado por Horst Bussenius Cortada
Sobre el amor puede hablarse muchísimo. En relación al amor de pareja, hay un autor que expresa una postura original y de gran interés sobre el tema. Se trata de E. Orage, uno de los discípulos de Gurdjieff, quien plantea que existen siete tipos de amor, aunque en su breve texto se refiere solamente a tres de ellos, que llama respectivamente amor instintivo, amor emocional y amor consciente.

El amor instintivo está basado en la biología, y en última instancia en la química. Por eso se trata de un amor caracterizado por afinidades, por atracciones y repulsiones, que ocurre en casi total inconsciencia. Entre las manifestaciones del amor instintivo se cuentan el cortejar, el matrimonio, los hijos y la familia, etc. El amor instintivo, por ser de “tipo químico”, es muy fuerte y puede perdurar mucho, pues en definitiva es el amor propio de la naturaleza, o es ésta actuando a través del mismo.

El amor emocional es a menudo la atracción de una pareja entre sus desafinidades e incongruencias. Es un amor que se basa más en lo que nos falta, y que el otro nos proporciona, al menos inicialmente. Es buscar y encontrar en el otro la complementariedad. En general es un amor de corta duración, que lleva casi invariablemente a la indiferencia o al odio. Se caracteriza por la pasión, y por tanto suele ser doloroso, trágico; rara vez origina descendencia. En el amor emocional los celos suelen ser fuertes, por lo que puede haber mucho sufrimiento.

El tercer tipo, el amor consciente, es un tipo de amor en el cual lo esencial es el deseo de que la persona amada llegue a alcanzar su propia perfección, sean cuales fueren las consecuencias para el amante mismo. Pero no es sólo decirlo, sino sentirlo en lo más profundo del ser, lo que involucra ser capaz de relegarse y aún renunciar a la persona amada si esto es lo mejor para ella. Si el amor emocional dice “te doy todo a condición de que seas solo para mí”, el amor consciente dice “me iría al infierno si de esa manera tú pudieras alcanzar el cielo”. Es un amor basado en el “soltar” en vez del “asir”.

Parece fácil, porque todos cuando amamos decimos -incluso con sinceridad-, desear lo mejor para él o ella. Pero en los momentos en que esto se pone a prueba, por ejemplo cuando aparece un tercero, las buenas intenciones llegan hasta ahí. El amor consciente es muy escaso y raro por varias razones. En primer lugar, porque ni siquiera se lo conoce, y, más grave aún, si escuchamos hablar de él dudamos de que sea posible. En segundo lugar porque para darse precisamente hay que ser “consciente”, es decir haber alcanzado un alto grado de desarrollo que podríamos llamar espiritual. Y en tercer lugar, porque nadie nos ha enseñado cómo lograrlo ni trabajar para que se desarrolle y manifieste. En definitiva requiere de consciencia, de un trabajo personal intenso sobre sí mismo, y de una transformación; por eso dice Orage que el objetivo del amor consciente es lograr un renacimiento.

Al terminar el texto, el autor, adelantándose al lector, pone de manifiesto la dificultad que significa llegar a este tipo de amor, y plantea la necesidad de tener mucha paciencia y perseverancia para llegar a él a través del crecimiento interno. Pero lo esperanzador es que el amor consciente siempre evoca en la persona amada una actitud similar. Es decir, el amor consciente engendra amor consciente.

viernes, 11 de julio de 2014

San Martín y Remedio de Escalada


Una velada en la casa de Don Antonio José de Escalada fue el lugar y el momento adecuado para que José de San Martín, recién llegado a estas tierras, conociera a la que sería su gran amor: María de los Remedios Carmen Rafaela Feliciano Escalada de la Quintana.

Al día siguiente de aquel encuentro, el Libertador escribiría a su amigo Mariano Necochea: “Esa mujer me ha mirado para toda la vida”, sellando así una relación que perduró por años y que se convertiría en leyenda.

Poco tiempo después de que José de San Martín llegara a Buenos Aires y luego de haber obtenido su graduación, y como solía acostumbrarse en aquella época, fue presentado en sociedad, pudiendo acceder así a las más tradicionales e influyentes familias de la ciudad. Entre estas familias se encontraban la de Don Antonio José de Escalada.

La historia de aquel hombre, un criollo rico que resumía la tradición de las viejas familias coloniales, combinadas con las formas más cortesanas que había dejado el virreinato, estaba casado en segunda nupcias con Doña Tomasa de la Quintana, quien a su vez tenía dos hijas, llamadas María de las Nieves y María de los Remedios.

San Martín llegó a la casa de los Escalada a través de Don Antonio, quien lo había invitado para una velada en la que además de la diversión habitual se discutirían cuestiones políticas. Pero lo cierto es que aquella reunión terminó convirtiéndose en un momento mágico, cuando las miradas de José de San Martín, de 34 años, y María de los Remedios de Escalada, de 15 años, se cruzaron por primera vez.

Así fue como finalmente ambos comenzaron un noviazgo, que fue aprobado por unanimidad por la familia Escalada, ya que San Martín había estrechado fuertes lazos con el clan, sobre todo con Don Antonio y con sus hijos Mariano y Manuel, quienes posteriormente acompañarían al Libertador en sus Campañas de Chile.

El ansia por concretar definitivamente su amor, llevó a San Martín a solicitar la reglamentaria licencia militar a sólo cinco meses de llegado al país, con el fin de efectuar la boda. Una vez autorizado el pedido de matrimonio por el Triunvirato, la ceremonia nupcial se llevó a cabo el 12 de setiembre de 1812, en la Catedral de Buenos Aires.

Lamentablemente, las obligaciones militares de José de San Martín hicieron que poco después de la boda, él debiera abandonar el hogar para marchar junto a los Granaderos a San Lorenzo. Mientras tanto, María de los Remedios permaneció en casa de sus padres, siendo ese el comienzo de una corta vida en común, en la que la pareja debería aceptar que lo primero era la Patria.

No obstante, el gran amor que María de los Remedios sentía por su marido acortó la distancia, y finalmente dos años después se reunieron en la provincia de Mendoza, momento en el cual San Martín asumiera como Gobernador de la provincia de Cuyo.


Decidieron entonces radicarse en Alameda, Mendoza, en la casa que cobijó su amor por un período escaso, pero que sería la temporada más larga que la pareja viviría junta, esto debido a las misiones emprendidas por el Libertador, entre las que debió llevar a cabo la preparación del ejército patriota, que posteriormente cruzaría la Cordillera de los Andes hacia Chile.

En Mendoza, Remedios, además de atender a su marido, también se dedicó a continuar con la práctica del espíritu hospitalario que había aprendido desde su niñez en su casa paterna, por lo que su hogar habitualmente recibía la visita de las más influyentes damas mendocinas.

Con ellas, remedios fundó la denominada Liga Patriótica de Mujeres, que colaboraría en la organización del Ejército de los Andes, donando joyas y bienes para adquirir el equipamiento de las tropas. Asimismo, este grupo de mujeres fueron las creadoras de la bandera que llevaría en alto el ejército encabezado por José de San Martín.

El 31 de agosto de 1816 nace la única hija de la pareja, que fuera bautizada Mercedes Tomasa, que durante el exilio de San Martín en Europa se convertiría en su única compañía.

Al llegar el momento de la partida hacia Chile, y ante la realidad de la enfermedad que padecía Remedios, quien había enfermado gravemente de tuberculosis, José de San Martín le pidió a su esposa que regresara a la casa de sus padres en Buenos Aires.

Lo cierto es que lamentablemente la enfermedad avanzó de forma rápida y certera, haciendo que Remedios encontrara la muerte el 3 de agosto de 1823, quien por esa época sólo tenía 27 años. De esta forma culminó para siempre aquella historia de amor, que a pesar de que se concretó en un matrimonio que duró 11 años, lo cierto es que vivieron más de la mitad separados, priorizando la Patria a sus sentimientos mutuos

Taj Mahal, Monumento al amor eterno


La India, ese país donde todo es posible, rico en culturas y tradiciones que se hunden en lo más recóndito de los tiempos, es también fértil en leyendas e historias. Relatos de hechos reales, tan emotivos que uno no puede por menos que dejarse arrastrar por la ensoñación.
Hoy, sentado ante el Taj Mahal, en esa hora tranquila donde el sol empieza a ser rojo y la luna blanca, saco mi diario y leo una historia conmovedora que apunté para no olvidarme. Me la contaron al llegar a Agra, y dice así:


Érase una vez un príncipe llamado Kurram que había sido formado en las más selectas disciplinas del saber: astronomía, gramática, matemáticas, filosofía... y además hablaba árabe (la lengua del Corán) y persa (la lengua de la Corte).
Un día que paseaba por el bazar, entre el bullicio de mercaderes y estibadores de elefantes, sus ojos se encontraron con los de una niña de 15 años. Era la princesa Arjumand, hija del Primer Ministro de la Corte. Inmediatamente, el príncipe quedó prendado de ella.
Impresionado por la belleza de la joven, preguntó el precio del collar de cristal que ella se estaba probando. El mercader, sonriendo, le contestó que no eran cristales sino diamantes las cuentas de aquel collar. La joya valía una fortuna. El príncipe lo pagó y se lo regaló a Arjumand, que de inmediato quedó también enamorada.
Sin embargo, tuvieron que esperar cinco años para unirse en matrimonio, mucho más largos si cabe, debido a que no se vieron en todo ese tiempo. Años después de casarse, cuando el príncipe fue coronado pasó a llamarse Shah Jahan (Emperador del Mundo) y ella Mumtaz Mahal (la Elegida del Palacio).
Pero cuatro años después de ocupar el trono, el emperador sufrió la peor tragedia de su vida: su amada esposa, Mumtaz Mahal, no resistió el parto del decimocuarto hijo y falleció. Shah Jahan, transido de dolor, mandó construir el Taj Mahal para enterrarla, como mausoleo en memoria del amor que se profesaron ambos.
Una vez acabado, el emperador quiso construir otro mausoleo-tumba para él, idéntico al de su esposa pero en mármol negro, al otro lado del río Yamuna, y unir después ambos mediante un puente de oro. Y lo hubiera hecho, si no llega a ser por Aurangzeb.
Aprovechando el estado depresivo y de profunda tristeza en el que estaba sumido el emperador, Aurangzeb, tercer hijo de Shah Jahan, cegado por la ambición traicionó a toda su familia, mató a sus hermanos (excepto a dos chicas) y arrebató el poder a su padre. Después lo encarceló en una torre del Fuerte Rojo de Agra, frente al Taj Mahal, y a las dos hermanas supervivientes en otra.
Precisamente ayer visité el Fuerte Rojo, una gigantesca fortificación construida en arenisca roja (de ahí su nombre) que muy bien podría haber albergado a toda una ciudad, tal es su tamaño. Su interior, jalonado de jardines y patios de refinado mármol y arenisca tallada al más preciosista estilo mogol, no sirvió de consuelo al afligido Shah Jahan.
Una vez en la torre donde vivió prisionero sus últimos años, pude ver lo que contemplaba el Emperador desde su balcón: el Taj Mahal. En una pared opuesta, un hueco: el lugar donde pidió que le colocaran un espejo para, desde su lecho de muerte, a los 74 años, expirar mirando a la tumba de su esposa.
Se dice que el Fuerte Rojo guarda el misterio de Shah Jahan y que en las noches de luna llena todavía pueden oírse los pasos y sollozos del Emperador, del padre que enloqueció de dolor y murió de amor.
Termino de leer; cierro mi diario y suspiro profundamente. Sentado en el cálido mármol que rodea al Taj Mahal, descalzo, como manda la norma, miro ese inmenso y delicado joyero que encierra una historia tan bella como triste.
Recorro con mis ojos las paredes de la fachada. El mármol de tacto sedoso que lo cubre cambia de color en función de la luz que refleja. Ahora es de color perla.
Llevo semanas viendo palacios de Maharahás, cuyo lujo y esplendor no tiene parangón, fuertes mogoles, templos jainistas y mansiones Rajputs donde el trabajo de madera y piedra es puro encaje, pero nada puede igualar a lo que tengo ante mis ojos. Jamás había visto tanta belleza, tanta perfección de líneas, de tonos, de espacios.
Dicen que para construir el Taj hicieron falta miles de caravanas de elefantes que durante 22 años trajeron las cosas más exquisitas del mundo: mármol, jade, lapislázuli, turquesas, zafiros, ámbar, diamantes, coral...
Las paredes están decoradas con incrustaciones de piedras preciosas finamente mezcladas con paneles lisos o flores en mármol. Nada hay sobrecargado o abigarrado en la composición.
Tan cuidada es su construcción que incluso a los cuatro minaretes que lo flanquean se les dio una ligera inclinación hacia fuera para que en caso de terremoto no cayeran sobre el edificio que contiene la tumba de Mumtaz.
En su interior también reina la elegancia y la sencillez, todo en su justa medida. En la penumbra, la sonoridad produce un eco misterioso que flota y envuelve todo bajo la cúpula, invitando a andar de puntillas, a susurrar más que a hablar, a recogerse ante el túmulo de la amada esposa.
Sabia armonía de algo que parece diseñado por dioses y construido por joyeros.
Es tiempo de monzones y los oscuros nubarrones comienzan a descargar gotas de una lluvia caliente. Me pongo el chubasquero y continúo allí, inmóvil. Ahora, bajo la lluvia, el Taj Mahal brilla como el cristal.
Algo retiene mi mirada en él, y entonces recuerdo una frase que de pequeño me decía mi madre: "Hijo mío, las cosas hechas con amor tienen algo especial..."
Detrás del seudónimo Nómada se esconde un aficionado a la fotografía e inefable trotamundos.

jueves, 10 de julio de 2014

Juan Perón-Eva Duarte



-El amor de la pareja, la fuerza juvenil de Evita, su pasión social nacida, según sus biógrafos, de su origen humilde y de la vida sacrificada que le había tocado sobrellevar, y la devoción de ella por Perón hicieron de ambos una unidad inescindible. (Biografia de Juan Domingo Perón. www.jdperon.gov.ar)

-Estábamos en un acto en el Luna Park (por el terremoto de San Juan) y ella quería que la subiese al escenario para que recitara unas poesías. Costaba encontrarle un hueco, me tironeaba del pantalón desde abajo del escenario y de repente apareció Perón. En un rapto de genialidad, se me ocurrió matar dos pájaros de un tiro y le propuse a Eva formar parte de un comité de recepción de Perón. Grande fue mi sorpresa al verlos, al rato juntos y charlando animadamente. Cuando el tiempo me demostró cómo había terminado esa historia de amor, me sentí orgulloso de haber sido quien los puso frente a frente (Roberto Galan, Revista semanario ED.Perfil)


-La argentina Eva Perón, que nació en 1919, no sólo enamoró a su esposo, Juan Domingo Perón, sino que cautivó a todo un pueblo. Cuando murió a la edad de 33 años, se la consagró como -líder espiritual de Argentina. Pero aunque ha pasado a la historia por su labor social, posicionándose siempre del lado de los trabajadores, el amor entre ella y su marido, presidente de Argentina también fue de cuento de hadas.
( http://mifuturo.estilisimo.com/amor/especial/pareja8.asp)


-Evita nunca se sometió a ningún macho. Ni siquiera a Perón. A Perón lo tapaba de elogios, lo inundaba de frases monumentales y enormes declaraciones de amor, pero no se le sometió. Cuando algunos dicen que Perón no tuvo adversarios de peso en la Argentina de los 50, yo creo que el adversario de peso que tuvo Perón fue Evita. Y esto es un tema muy delicado. Esta es una postura ideológica muy personal, pero Evita fue el adversario de Perón. Perón nunca iba a ir hasta los extremos. Evita hace traer armas de Holanda, 500 ametralladoras y 1.500 pistolas automáticas, para armar a los obreros. Cuando Evita muere, Perón les da esas armas a la Gendarmería y con esas armas la Gendarmería lo derroca en el 55. Perón es un político, un conciliador, un negociador, y Evita es una apasionada que llega a los extremos. Realmente, la gran figura alternativa, la gran figura que se le opone a Perón, es la de Evita (Jose Pablo Feinman; Rebelión).


-Muchos me reprocharán que haya escrito todo esto pensando solamente en él; yo me adelanto a confesar que es cierto, totalmente cierto. Y yo tengo mis razones, mis poderosas razones que nadie podrá discutir ni poner en duda: yo no era ni soy nada más que una humilde mujer ... un gorrión en una inmensa bandada de gorriones ... Y él era y es el cóndor gigante que vuela alto y seguro entre las cumbres y cerca de Dios. Si no fuese por él que descendió hasta mí y me enseñó a volar de otra manera, yo no hubiese sabido nunca lo que es un cóndor ni hubiese podido contemplar jamás la maravillosa y magnífica inmensidad de mi pueblo. Por eso ni mi vida ni mi corazón me pertenecen y nada de todo lo que soy o tengo es mío. Todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que pienso y todo lo que siento es de Perón. Pero yo no me olvido ni me olvidaré nunca de que fui gorrión ni de que sigo siéndolo. Si vuelo más alto es por él. Si ando entre las cumbres, es por él. Si a veces toco casi el cielo con mis alas, es por él. Si veo claramente lo que es mi pueblo y lo quiero y siento su cariño acariciando mi nombre, es solamente por él. Por eso le dedico a él, íntegramente, este canto que, como el de los gorriones, no tiene ninguna belleza, pero es humilde y sincero, y tiene todo el amor de mi corazón. (Eva Peron .La Razon de mi Vida).


-Cuando la relación de Perón y Evita dejó de ser furtiva, hasta el corresponsal de la revista The New Yorker decía de la pareja: -Toda su actuación está basada en el amor. Están constantemente, locamente, apasionadamente, nacionalísticamente enamorados. (Eduardo Baustein. Heroes desesperado, Revista Latido)


amor
Evita

Palabras de Eva Perón en su libro "Mi mensaje"

TENIA QUE VOLAR CON ÉL

En "La Razón de mi Vida" dije con mis pobres palabras cómo un día maravilloso de mi existencia me encontré con Perón. El ya estaba en la lucha. Lo recuerdo como si lo viese, con la mirada llena de brillo, con la frente levantada, con su limpia sonrisa, con su palabra encendida por el fuego de su corazón. Vi desde el primer momento la sombra de sus enemigos, acechando como buitres desde la altura o como víboras pegajosas desde la tierra vencida. Vi a Perón demasiado solo, excesivamente confiado en el poder vencedor de sus ideales, creyendo en la primera palabra de todos los hombres como si fuese su propia palabra, limpia y generosa, sincera y honrada. No me atrajeron ni su figura ni los honores de su cargo y, menos, sus galones de militar. Desde el primer momento yo vi su corazón, y sobre el pedestal de su corazón, el mástil de sus ideales sosteniendo cerca del cielo la bandera de su Patria y de su Pueblo. Vi su inmensidad, una soledad como la de los cóndores, como la de las altas cumbres, como la soledad de las estrellas en la inmensidad del infinito. Y a pesar de mi pequeñez, decidí acompañarlo. Por seguirlo, por estar con él, hubiese sido y hubiese hecho cualquier cosa menos torcer la ruta de su destino. Fue cuando le dije un día: "estoy dispuesta a seguirlo, donde quiera que vaya". Poco a poco yo entré también en sus batallas. A veces porque me provocaron sus enemigos. Otras, porque me indignaron sus traiciones y sus mentiras. Había decidido seguirlo a Perón, pero no me resignaba a seguirlo de lejos, sabiéndolo rodeado de enemigos y ambiciosos que se disfrazaban con palabras amistosas. Y de amigos que no sentían ni el calor de la sombra de sus ideales. Yo quería estar con él los días y las noches de su vida, en la paz de sus descansos y en las batallas de su lucha. Ya sabia que él, como los cóndores, volaba alto y solo. ¡Y sin embargo yo tenía que volar con él! Confieso que no medí desde el principio toda la magnitud de mi decisión. Creí que podía ayudar a Perón con mi cariño de mujer; con la compañía de mi corazón enamorado de su persona y de su causa, pero nada más. Pensé que mi tarea, junto a su soledad, era llenarla con la alegría y con los entusiasmos de mi juventud.

peron

MI CORONEL

Y así emprendimos el camino: alegres y felices en medio de la lucha. Un día me confesó que yo, su pequeña "giovinota" como solía llamarme, era la única compañía sincera y leal de su existencia. ¡Nunca como ese día me dolió tanto mi pequeñez! ¡Ese día decidí hacer lo posible para acompañarlo mejor! Recuerdo que le pedí que fuese mi maestro y él, en las treguas de su lucha, me enseñó un poco de todo cuanto pude aprender. Me gustaba leer a su lado. Empezamos por "Las vidas paralelas" de Plutarco y seguimos después con las "Cartas completas de Lord Chesterfield a su hijo Stanhope". En un tiempo me enseñó un poco de los idiomas que él sabia: inglés, italiano y francés. Sin que yo lo advirtiese, fui aprendiendo también a través de sus conversaciones la historia de Napoleón, de Alejandro y de todos los grandes de la historia. Y así fue que me enseñó también a ver de una manera distinta nuestra propia historia. Con él aprendí a leer en el panorama de las cuestiones políticas internas e internacionales. Muchas veces me hablaba de sus sueños y de sus esperanzas, de sus grandes ideales. Metida en un rincón de la vida de "mi Coronel", se me ocurre que yo era algo así como un ramo de flores en su casa... Nunca pretendí ser más que eso. Sin embargo, la lucha que se libraba en torno de Perón era demasiado dura, muy grandes sus enemigos, casi infinita su soledad y demasiado grande mi amor para que yo pudiese conformarme con ser nada más que un poco de alegría en su camino.

domingo

Marysa Navarro es autora de Evita, una de las biografías más reputadas sobre Eva Perón, editada por primera vez en 1982. De visita en la Argentina para presentar un nuevo libro sobre ella, Evita. Mito y Representaciones, habló con Clarín sobre la especial relación entre Juan Perón y Eva, a continuación dejo la entrevista:

—¿Qué le aportó Eva a Perón?

—Perón en el poder no puede ser entendido sin Evita. Ella jugó un papel fundamental en la forma en que se estructuró el peronismo, entre junio del 46, cuando asume, y el 49, cuando se funda el partido. Y la impronta que aporta Evita en esa fase es la ampliación de la base social, en la medida en que continúa el trabajo de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión, aunque con su estilo personal y su discurso particular. Ella profundiza la peronización del movimiento obrero. A su vez, esto le permite desarrollar su estilo personal y poner un pie en la estructura de poder con su propia base, que son las mujeres, otro sector más al que integra.

—¿Y en lo personal?

—Ella lo suelta, lo desinhibe. Ella era mucho más joven, le trae una ligereza, un estilo de vida al que él no estaba acostumbrado. El era rígido, se levantaba todos los días a la misma hora, y ella era mucho más caótica, era actriz.

—¿Y qué le aportó Perón a Eva?

—Le dio todo. Le dio el poder. Le dio la posibilidad de ser lo que se le diera la gana. No hay hombre en el mundo que haga eso con su esposa. Le dio una vida personal impresionante. Le dio nombre, le dio casamiento, le dio status. Le dio la historia de amor más maravillosa de este mundo. Le dio todo lo que puede querer una chica de 20 años. La limpia de todo pecado y origen social.

—¿Por qué lo hizo?

—Entender eso es el gran misterio de esa relación. Yo creo que a partir del 43 hay una transformación profunda en Perón. El militar que sabe de estrategia empieza a actuar en política y cambia al entrar al mundo civil. Desarrolla su estilo campechano y directo. Ese período coincide con su metejón increíble con Eva. Se enamora y hace cosas que un señor de su clase social no tiene que hacer, como ir a buscarla a lugares públicos o llevarla a la gala del Colón. Yo no creo que Perón haya vislumbrado lo que ella iba a ser, porque hasta el 44 a Evita lo que le interesaba era hacer películas.

—¿Hubo un cortocircuito entre ellos por la candidatura fallida de Eva a la vicepresidencia en el 51?

—El enfrentamiento de ellos era imposible. Ellos eran complementarios. Ella trabajaba para el bien de él, que la fortalecía a ella. El se opuso porque el cuerpo militar se oponía y no por la enfermedad de ella, que todavía no se sabía tan grave. Y ella cede. Ella quería la candidatura, porque sin su asentimiento no es posible esa concentración de la Avenida 9 de Julio con el Partido Peronista Femenino. Pero en la medida en que él se opone, ella se echa para atrás. Y le debió costar muchísimo.


eva

Hitler Adolf y Geli Raubal












Se ha hablado mucho sobre la relación de Hitler y Geli Raubal. Tanto que incluso se ha llegado a decir que mantuvieron relaciones sadomasoquistas y cosas peores. También se ha dicho que la muerte de la joven fue en realidad un asesinato... del mismo Hitler o incluso se Himmler. En realidad todo son mentiras puesto que el comportamiento de Hitler con Geli era extraordinario en él. Geli fue la mujer que más influencia tuvo en la vida de Hitler. Tanta que incluso era capaz de convencerle para ir de compras, algo que Hitler detestaba. Incluso podía entrar en una tienda, revolverla a conciencia, y salirse de la misma con las manos vacías, algo que a Hitler le daba mucha vergüenza. Pero Hitler la seguía a todas partes.  Como dijo su fotógrafo Hoffmann "la seguía como un dócil corderillo"En muchas ocasiones, para difamar a Hitler, se afirma que Geli era su sobrina. Esto es cierto pero a medias, puesto que Geli era hija de la hermanastra de Hitler. Llevaba su sangre... pero no tanta. Por otra parte, hace años no era extraño que tíos y sobrinas se casaran. Incluso entre primos. Hoy en día esto no es tan frecuente. En todo caso, Hitler nunca quiso casarse. Así que, si bien es cierto que amaba a su sobrina, el papel que se adjudicó con ella fue el de su tutor.

Según los que la conocieron, Geli era una muchacha encantadora y muy guapa. Todos los que la trataron llegaron a sentir devoción por la muchacha. A Hitler le gustaba mucho llevarla al teatro, al cine.... pero lo que más le gustaba era llevarla a merendar a algún bosque, como en la foto de arriba.  Hacia el año 1927 Hitler era ya lo suficientemente conocido como para, cuando aparecía en un restaurante o bar, la pareja se viera rodeada de miembros del partido y admiradores.  Hitler entonces aparecía reservado y su actitud hacia Geli siempre estaba llena de cariño.

Cuando Hitler se mudó a la Prinzregentenstrasse, instaló allí a Geli. A Hitler le gustaba mucho cómo cocinaba la joven. A Geli le gustaba mucho ir a clases de canto y ello no disgustaba en absoluto al Führer. Sin embargo, cuando Geli comenzó a sentir deseos de ir al baile, Hitler se lo prohibió. Geli insistió tanto que al final Hitler accedió, pero siempre custudiada por algún guardaespaldas o amigo. Era tal la obsesión de Hitler hacia Geli que incluso era él quien daba el visto bueno a los vestidos de Geli. Sin embargo, siempre acudía muy contenta a los bailes.  Hitler le dijo a Hoffmann:

- Ya sabe usted que tengo el deber de velar por ella. Pues bien, amo a Geli y podría casarme con ella; pero ya conoce usted mis opiniones y sabe que estoy decidido a permanecer soltero. Teniendo esto en cuenta, me reservo el derecho de velar sobre sus relaciones masculinas hasta que descubra yo al hombre que la convenga. Lo que a ella le parece una cadena no es sino una precaución. Cuidaré de ella para que no caiga entre las manos de algún aventurero indigno.

Sin embargo, Geli acabó enamorándose de un hombre, al parecer un artista de Viena. Geli sufría por los cuidados de Hitler. La vigilaba tanto que todo ello acabó por destrozarla.  Hitler la quiso tanto que terminó por agobiarla tanto. En una ocasión el chófer de Hitler estuvo bromeando con la joven y el Führer les sorprendió. Hitler se puso tan furioso que Maurice pensaba que iba a matarle allí mismo. Tuvo que pasar un tiempo hasta que Hitler pudo tolerar la presencia de Maurice.

El 17 de septiembre de 1931. Hitler tenía proyectado un viaje por el Norte bastante largo. Geli misma le ayudó a hacer el equipaje y parecía contenta.  Sin embargo no se sabe muy bien lo que ocurrió entre la pareja. Lo cierto es que mientras viajaba, Hitler tuvo un mal presentimiento. Iban por la carretera cuando Hitler se fijó en un coche que intentaba adelantarles.  Hess quería hablar con Hitler con toda urgencia. Así que fueron a un hotel para buscar un teléfono. Le explicó que Geli se había disparado un tiro. Hitler le dijo:
¡Pero Dios mío, eso es horrible! Hess, contésteme, ¿vive ella, si o no? ¿ha muerto, está viva aún? ¡Hess... Hess!

- Algo le ha ocurrido a Geli. ¡Tenemos que volver a Munich a toda velocidad! Tengo que verla viva...

Según Hoffmann, solo vio a Hitler así en otra ocasión y fue en abril de 1945 en el búnker de la Cancillería.  Durante el viaje de regreso, Hitler no pronunció palabra. Estaba sumido en sus pensamientos. Cuando llegaron ya era demasiado tarde. Geli había muerto. Se había disparado al corazón con un revólver.

De todos es conocida la reacción de Hitler. Se deprimió tanto que incluso pensó en quitarse la vida. Incluso pensó dejar el mundo de la política. A partir de ese momento dejó de comer carne. La veneración que tuvo hacia Geli fue tan grande que la habitación de Geli la convirtió en un santuario. Durante años mandó poner siempre flores frescas. Mandó hacer numerosos retratos de la joven, incluso un busto en bronce. Esas efigies de Geli aparecieron en todas sus residencias, incluso en la Cancillería del Reich.

Hay quien cree que Geli Raubal y Eva Braun no coincidieron nunca. Pero lo cierto es que en vida de Geli, Hitler ya conoció a Eva Braun. Pero esa es otra historia. Otra apasionante historia. Como todas las que conforman la agitada vida de Adolf Hitler.

La Bella y la Bestia












La historia original nos cuenta, a resumidas cuentas, de Bella, hija de un mercader que se pierde en el bosque cuando va en un importante viaje de negocios. Sus otras dos hijas, materialistas y superficiales, le piden vestidos y joyas a su regreso, en tanto que Bella sólo le pide una rosa. En el bosque tenebroso, el mercader descubre un majestuoso castillo, al que entra para escapar de los lobos hambrientos y ponerse a salvo.

Dentro, todo está perfectamente colocado para un banquete, pero no hay nadie en el palacio. El mercader come y bebe, pensando que un hada buena le ha acogido. Duerme plenamente sobre un lecho cálido y suave y despierta para encontrarse con finas ropas hechas a su medida, que él se pone inmediatamente.

Al irse, descubre un fantástico jardín que en el interior tiene las rosas más espléndidas que había visto. El mercader corta una para su hija, pero en ese instante aparece la Bestia, un terrible ser, monstruoso y enorme, que feroz se abalanzó sobre él amenazándolo de muerte por la ingratitud de cortar sus rosas, su posesión más valiosa, después de haber sido atendido como un rey en su castillo.

El mercader ruega por su vida pidiendo por su familia. La Bestia lo deja ir a despedirse y le da un cofre con tesoros para sus hijos, diciéndole que otro puede tomar su lugar si así lo deciden. El mercader regresa a casa y cuenta a sus hijos lo ocurrido. Bella decide tomar su lugar, ya que fue su deseo el tener una rosa, y parte hacía el castillo de la Bestia.

En el castillo se ve colmada de atenciones y le es dicho que ella es la reina del palacio, contrario al destino fatal que pensó le esperaba. Todos los días, la Bestia se hace ver en la cena, donde platica con Bella. Ella poco a poco va descubriendo la ternura y la virtud ocultas en el monstruo, que día tras día pide su mano en matrimonio, a lo que ella responde en negativa cada vez.

Pero la joven extraña su hogar. La Bestia le permite ver a sus hermanos y a su padre a través de un espejo mágico para descubrir que su padre esta terriblemente enfermo. Ella le pide que la deje ir a verle. La Bestia accede, pero a cambio de que prometa que regresara en el plazo de siete días. Bella parte con su promesa, pero con una advertencia previa: si ella no vuelve, la Bestia morirá.

Visita a su familia. Sus hermanos y su padre están felices de que haya regresado. Ella les cuenta que vive fantásticamente en el castillo y que la Bestia es un ser gentil y noble. Sus hermanas, celosas, deciden retrasarla para que no pueda cumplir su promesa. Se tallan los ojos con cebolla para inducir el llanto de la falsedad y hacen que se quede más tiempo, rompiendo su promesa.

Ella regresa al castillo, donde busca a la Bestia por todos lados sin encontrarlo. Finalmente lo halla tirado en medio de su jardín de rosas, agonizante. Él le dice que se alegra de verla por última vez, ella llora consolándolo. Finalmente, en su último suspiro, ella le dice que si se casará con él. Entonces todo resplandece y la Bestia se transforma en un apuesto príncipe. La maldición se rompe y ambos viven felices por siempre.

El cuento se encuentra íntimamente relacionado con el mito de Eros y Psiquis que podemos encontrar narrado en el Asno de Oro de Apuleyo, donde Psiquis es raptada por Eros, dios del amor, donde ella vive en un hermoso palacio en el cielo, rodeada de lujos y riqueza, pero él se hace invisible porque no quiere ser amado por su condición divina. Ella cae en la tentación de verle en la noche mientras duerme, por consejo de sus hermanas, celosas de ella, y derrama aceite sobre su brazo. Herido y decepcionado, Eros la abandona. Entonces ella tiene que pasar varias pruebas para demostrar su amor y finalmente vive feliz junto a su amado por la eternidad.

En el cuento, la lección primaria viene explícita mente, donde dice que la Virtud se encuentra por encima de la belleza y la inteligencia, pues el hechizo no sólo hacía monstruoso al príncipe sino que también lo volvía muy torpe, y que el amor puede vencer incluso la magia más poderosa. Pero existe aún más en lo profundo de esta historia.

En un inicio observamos a Bella, la doncella, imagen clara de la divinidad femenina, que en otros cuentos (y mitos) también aparece como una figura hermosa, gentil, llena de encanto y bondad. Es la que colma de gracia a los héroes después de haber pasado las pruebas, aunque en esta historia juega un papel dual, ya que ella también es probada para alcanzar la plenitud.

Es Bella quien le pide a su padre una rosa como obsequio. La rosa es la flor de los Iniciados de occidente, un equivalente de la flor de loto blanca en oriente, que representa el camino de la vida: las espinas representan los obstáculos, los momentos difíciles, el dolor y el sufrimiento de la jornada; en tanto que la flor representa a la Divinidad ya alcanzada, la Belleza, la Verdad y la Bondad, el final del camino.

No es de extrañar que la Bestia custodie como lo más preciado, al jardín repleto de rosas en el cuento original, ya que aquí cumple la misión del guardián del tesoro a quien habrá de traspasarse para obtener los dones del espíritu. En la versión  la rosa es sólo una y desde el principio se dice que es mágica. Bella es quien desea la rosa, quien busca el conocimiento, aunque para ello haya que afrontar pruebas terribles. Éstas la llevan a "ver" más allá de las apariencias, dándose cuenta de que más allá de lo evidente se encuentra oculta la verdad, que detrás de las cosas más espantosas puede encontrarse virtud y bondad.

La Bestia al igual que Bella, juega un papel dual, como guardián del tesoro, que es la rosa, el camino de la Iniciación; y como el mismo héroe que tiene que trascender. En la versión ,M ene connotaciones simbólicas, pues es tres veces siete, el número divino multiplicado por el número perfecto; ademas de que cabe resaltar el hecho de que en muchas sociedades la edad adulta se considera a partir de los 21 años.

En la versión, la Bestia tiene dos sirvientes muy emblemáticos:, el reloj y el candelabro. El reloj que es la mera referencia del tiempo que avanza a cada momento, marcando al príncipe el lapso restante para romper el hechizo. El candelabro es símbolo de la Luz, que guiará al príncipe y a Bella a través de la obscuridad de su camino.

El príncipe cuenta con el espejo mágico, con el que le permite a Bella observar a su familia, pero más que ello, mirarse a sí misma, darse cuenta de quién es ella; de igual forma que él descubre quién es él a través de la mirada de Bella en el espejo. Sólo juntos podrían descubrir la verdadera relación que existía entre ambos para descubrir la Verdad y el Amor. Aunque tenemos que recordar que es justo después de la mirada al espejo cuando ella lo abandona para visitar a su familia con la promesa de volver.

La última prueba es ésta. La Bestia tiene que dejar ir a Bella, a partir de este punto, todo depende de ella. Las dudas puestas en ella por sus hermanas, símbolos de lo material, continúan re teniéndola, pero ella se da cuenta de la realidad y recuerda su promesa, volviendo al castillo para encontrar a la Bestia agonizando en su jardín de rosas.

Este último escenario no es mera coincidencia, pues por fin Bella ha entrado al jardín de la Rosa, ha podido traspasar el umbral, y a diferencia de su padre, quien es sentenciado a muerte por el guardián (la Bestia), ella llega a redimirlo en lugar de retarlo. Ella logra obtener la rosa no por medio del hurto, sino de la consideración y del Amor, venciendo las apariencias y liberando a la Bestia, pero también a ella misma.
 El antagonista de la historia, que representa la materialidad, la fuerza bruta y desmedida, la egolatría y la ignorancia quien apoyado por la gente del pueblo, que temerosa e ignorante, van a atacar el castillo de la Bestia, donde el héroe es casi asesinado por estas fuerzas negativas.

En ese momento la Bestia muere, al igual que la ilusión de la monstruosidad y de las cosas materiales, pero el príncipe virtuoso vive. Bella y el príncipe, transformado a su apariencia humana, alcanzan la plenitud espiritual, ambos como dos mitades de una sola cosa, como dos lados de la misma moneda, que al juntarse se liberan el uno al otro, por medio del Amor y la Virtud, descubriendo que estos dos son superiores a cualquier obstáculo y son mayores que la ilusión que divide lo bello de lo bestial.

miércoles, 9 de julio de 2014

Jason y Medea


Antecedentes del mito de Medea

Por orden del rey Pelías, Jasón reúne una tripulación de héroes para ir a buscar el vellocino de oro a
La Cólquida, país muy alejado de Grecia. En un viaje lleno de aventuras y peligros, los Argonautas
(es decir, la tripulación de héroes de la expedición), llegan a su destino. Allí, Jasón debe superar
unas pruebas de valor que le impone el rey de la Cólquida, Eetes. Pero a Jasón lo ayuda a estas
pruebas y a robar el vellocino de oro la hija de Eetes, Medea, que se ha enamorado de él. Jasón
huye de La Cólquida acompañado de Medea y, una vez en Grecia, se casa con Medea y tienen dos
hijos. El matrimonio y sus hijos se establecen en la ciudad de Corinto. Con el tiempo, Jasón se
enamora de la joven hija del rey de Corinto, Creonte (coincide su nombre con el del regente de
Tebas de la tragedia Antígona, pero son personajes distintos), se promete con ella y repudia, es
decir, rechaza, a Medea como su esposa y la abandona.

A PARTIR DE AQUÍ COMIENZA LA TRAGEDIA MEDEA

La nodriza de los hijos de Jasón y Medea está preocupada porque ve a Medea en un estado de
ansiedad, nervios, tristeza y mal carácter muy agudizado. Tiene miedo de que planee algo malo,
aunque no está segura de qué puede ser. Esta preocupación la comparte con el pedagogo de los
niños, a quien pide que aleje en lo posible a los hijos de su madre.
Medea compadece ante el coro de mujeres corintias y lamenta que el hombre por el que ella dejó su
hogar, su tierra y su familia la haya traicionado.
El rey Creonte se presenta a Medea y le ordena que abandone la tierra de Corinto, que salga como
desterrada. Antígona le suplica que la deje allí algún día más para poder preparar su marcha. Jasón
también va a hablar con Medea y se produce una fortísima discusión entre ellos. Entonces Medea,
para vengarse de Jasón, planea matar a la hija de Creonte, la princesa con la que se va a casar Jasón
y, después, matar a sus hijos, para que Jasón no pueda quedarse con ellos y para no sufrir ella la
vergüenza de su repudio y su destierro. Así, llama de nuevo a Jasón y con palabras dulces pero
falsas le hace creer que ella acepta su destino y que le parece su boda con la hija del rey. Jasón se
marcha tranquilo. Medea prepara entonces una pócima mortal con la que impregna un vestido como
regalo para la princesa y envía a sus propios hijos a que se lo lleven. Inicialmente, la princesa
desconfía del regalo, pero cuando se pone el vestido, éste se le adhiere a la piel y el veneno le
quema la carne como un ácido, muriendo la joven entre terribles dolores. Su padre, al ver a su hija
agonizando la abraza desconsolado y, entonces, el vestido se pega también al cuerpo de Creonte
provocando en él el mismo efecto anterior y ocasionándole la muerte en una fuerte agonía. Cuando
Jasón de entera de lo que ha pasado, corre a pedir explicaciones a Medea, pero la mujer, en
presencia de Jasón, asesina con un cuchillo a sus hijos, huyendo de Corinto en un carro tirado por
caballos alados.
Resumen del resumen:

1. La nodriza previene al pedagogo de los hijos de Jasón y de Medea del estado de ansiedad de
su ama y le aconseja que aparte en lo posible a los hijos de su madre, pues teme que les haga
algún daño.
2. Creonte, rey de Corinto, destierra a Medea, pues Jasón va a casarse con su hija. Medea
consigue que Creonte le permita quedarse en Corinto un día más.
3. Medea y Jasón discuten porque él la ha abandonado para casarse con una mujer más joven.
4. Medea planea su venganza: matará a la hija de Creonte, matará a sus hijos y huirá de
Corinto.
5. Medea llama a Jasón y lo engaña para que se quede tranquilo.
6. Medea envía a sus hijos con un regalo para la princesa: un vestido impregnado con un
veneno mortal.
7. La princesa muere al ponerse el vestido. Creonte también muere al intentar ayudar a su hija.
8. Jasón va en busca de Medea que asesina a sus hijos y huye de Corinto.

´La muerte de Tristán e Isolda


Del niño al héroe

Todo empezó en una batalla: el buen rey Marcos veía como las tierras de Cornualles caían en manos del enemigo. Ante el horror, el fiel rey de Leonís, Rivalen, no dudó en cruzar el mar para ofrecer su espada a la espada amiga. Del final de la guerra no solamente obtendrían la victoria, sino que en virtud de su valentía, el rey Marcos ofrecería a Rivalen la mano de Blancaflor, su hermana. El compromiso no fue un fraude, aquellos dos inocentes se querían, pero su dulce matrimonio fue breve. Tuvieron que volver a su reino para defenderlo de otros enemigos.

Esta vez, la guerra sólo trajo desgracias: el cuerpo muerto de Rivalen y una tristeza profunda en el corazón de Blancaflor, que el mismo día que trajo al mundo a su hijo, murió y, como no podía ser de otra forma en un día tan triste, le puso por nombre Tristán. Pero el recién nacido no tuvo tiempo ni de llorar, porque los enemigos entraban en el castillo. Con el rey y la reina muertos, solamente quedaba el leal Rohalt para salvarlo: huyó con el recién nacido entre sus brazos y lo haría pasar por su hijo hasta que fuera seguro devolverle al linaje al que pertenecía, el de rey de Leonís.

Tristán fue educado entre sus hermanastros, pero a los siete años el escudero Governal se hizo cargo de su enseñanza, aquel que necesita todo rey para ser un caballero tanto en las armas como en las artes.

Fue este aprendizaje el que le salvó la vida cuando, raptado por unos mercaderes de Noruega y finalmente abandonado a la suerte del mar, llegó a tierras lejanas donde lo apreciaron por todos estos conocimientos. Esta tierra era Cornualles y el que más le quería era el buen rey Marcos. ¡Qué gran noticia cuando supieron que la sangre los unía! ¡Qué emoción sintieron cuando el buen rey Marcos vio al fin en los ojos de Tristán los del valiente Rivalen y la bella Blancaflor! Tanta era la amistad que unía ahora a estos dos hombres, que cuando Tristán volvió a Leonís para recuperar su trono, dejó el reino en manos del leal Rohalt, y volvió hacia las tierras de Cornualles, junto al buen rey Marcos.

Al llegar a Cornualles, el Morholt de Irlanda estaba aterrorizando a los aldeanos: reclamaba trescientas doncellas y trescientos niños por un impuesto ancestral. Ya os lo podéis imaginar, la espada de Tristán fue la única que se levantó para defender Cornualles de aquel tratado prehistórico. El héroe venció, como era de esperar, dejando parte de su espada en el cuerpo del enemigo, que a la vez dejó en el cuerpo de Tristán el veneno de su arma. Una victoria sin fiestas. Días después del combate, Tristán reposaba en una cama emponzoñada. Su cuerpo recubierto de heridas soltada un hedor que sólo el amor del fiel Governal y del rey Marcos podían soportar... pero Tristán puso fin: pidió a Governal que lo metiese en una barca y que lo enviase hacia al mar, una vez lo había salvado de los mercaderes y quizás ahora lo haría del veneno del Morholt.

Los venenos de Tristán

Esta vez, el mar le ayudó y le condenó para siempre al mismo tiempo. Lo llevó hasta las manos de una bella dama que lo supo curar, pero que también eran las manos del enemigo, de la sobrina del Morholt y de la hija del rey de Irlanda, Isolda la Blonda, las mismas manos que, sin quererlo, lo llevarían a una vida de errático amor. Pero esto último Tristán todavía no lo sabía, cuando las heridas empezaron a desaparecer y su rostro podía ser identificado, huyó a Cornualles dónde tomaría la fatídica decisión.

En el castillo del rey Marcos ya había empezado el complot: los varones más recelosos veían con malos ojos la amistad que le unía con Tristán y le exigían descendencia. Cansado de tanta palabrería, el rey Marcos propuso una apuesta: aquella mañana unas golondrinas le habían traído un cabello dorado y sólo se casaría con aquella a quien pertenecía. Tristán se lo pensó y queriendo tapar las bocas de aquellos que lo acusaban de pretender el reino, él mismo se echó de nuevo al mar para buscar a aquella que ya conocía y traerla a los brazos de su amigo. ¡Terrible valentía!

Cuando Tristán llegó al irlandés puerto de Weisefort, las voces reclamaban al valiente que al fin se desharía del dragón maléfico que cada día bajaba a la aldea y se comía a una familia entera. En la desesperación, el rey de Irlanda había ofrecido la mano de su hija, Isolda la Blonda, al caballero que consiguiese vencerlo.

Dragón

Dragón
Es evidente que Tristán no se lo pensó ni un segundo, subió por el camino que le había indicado un caballero fugitivo y comenzó la batalla entre el monstruo y el héroe: la espada de Tristán rebotó en la piel impenetrable del dragón, éste le arrancó la armadura, y con el pecho al descubierto, Tristán le devolvió el golpe una y otra vez. El dragón le ennegreció con su fuego envenenado, pero Tristán le respondió, se levantó y consiguió entrar su espada por la garganta del dragón, hasta llegar al mismo corazón de la bestia que quedó partido en dos. Tristán todavía tuvo fuerzas para cortarle la lengua como prueba de su hazaña, pero el veneno de la bestia ya circulaba por sus venas y entre los matorrales dejó caer su cuerpo vencido.

El cobarde caballero que había indicado el camino del monstruo a Tristán, volvió aquel mismo día donde estaba el dragón y al ver que estaba muerto pensó el engaño: el caballero que había matado a la bestia seguramente estaría muerto, así que cogió la cabeza del dragón y reclamó la mano de Isolda la Blonda. Al rey le costaba creer que aquel cobarde hubiese realizado la hazaña e Isolda la Blonda, lista entre hombres y mujeres, no quiso claudicar. Reunió a sus sirvientes más fieles y quiso ver la escena del crimen; unos metros más allá de donde se encontraba el dragón muerto, el cuerpo abatido de Tristán clamaba justicia.

De nuevo la habitación de Isolda la Blonda acogió al héroe para curarlo del veneno y poder demostrar, una vez recuperado, que él había sido el vencedor. La bella dama no reconoció en el rostro de Tristán al asesino de su tío, pero en cambio la espada del héroe habló por él: le faltaba un pequeño trozo que encajaba perfectamente con el que Isolda la Blonda había encontrado en el cuerpo de su tío Morholt, cuando volvió difunto a Weisefort.

No se lo pensó. Cogió la espada que un día había matado a su tío y la encaró contra Tristán. El valiente no tenía ni armas ni arpas para apaciguar la ira de la bella dama, pero todavía le quedaban las palabras. Despacio, la fue convenciendo de su valor, de por qué había tenido que matar el Morholt, de cómo había luchado por ella para deshacerse el dragón y de cómo había empezado todo cuando unas golondrinas habían traído uno de sus cabellos dorados a Cornualles.

La princesa se enterneció, pero la ternura no sería igual en el corazón del rey de Irlanda cuando viese delante suyo el culpable de la muerte de su hermano. Así que Isolda, otra vez lista entre hombres y mujeres, le hizo jurar a su padre que siempre guardaría lealtad al héroe que había matado al dragón y que le ofrecería igualmente su mano como esposa. Ante toda la corte de Weisefort apareció Tristán. El odio se podía leer en las espadas que, ahora desnudas, clamaban venganza. Anticipándose a la revuelta, Tristán había pedido que los mejores varones del reino de Cornualles viajaran hacia Weisefort para presentarse en el castillo. Acababan de entrar a la sala donde, con su nobleza, apaciguaron la rabia de Irlanda.

Tristán e Isolda

Tristán e Isolda
Las manos del rey de Irlanda unían ahora las de Tristán e Isolda y en aquel bello momento, Tristán prometió en voz alta que llevaría a la dama hasta los brazos del rey Marcos. Duras palabras para el corazón enternecido de Isolda la Blonda, que ahora se sentía traicionada por aquel que ella había decidido defender y que no la quería por esposa. La madre reina, previendo la inmensa tristeza de su hija, preparó una poción mágica en secreto y se la dio a la leal Brangien, sirviente y amiga de la princesa. Cuando el rey Marcos e Isolda bebieran la poción quedarían enamorados –con un amor que pocos mortales podrían entender- hasta el mismo día de su muerte.

La poción no tocó nunca los labios del rey Marcos. En el barco camino de Cornualles, mientras Brangien dormía el peor sueño de su vida, Tristán e Isolda tragaron por error el líquido encantado. Cuando Brangien despertó ya era demasiado tarde, los amantes estaban destinados a serlo por siempre jamás y en aquel mismo barco se entregaron el uno al otro, traicionando por siempre la lealtad al rey Marcos y entrando en un infierno que los perseguiría el resto de sus vidas.

Llegados a Cornualles, todo fueron abismos de este mismo infierno para los desesperados: la noche de boda con el rey Marcos, Brangien se hizo pasar por Isolda la Blonda dejando así su virginidad en manos del monarca y guardando a su reina de toda deshonra; después Isolda se iba volviendo loca de desconfianza, hasta el punto de ordenar a dos caballeros la muerte de su amiga Brangien, por miedo a que hablase –¡suerte tuvo Isolda de la piedad de los dos caballeros ante la historia de Brangien, que finalmente pudo volver a la corte en vida, abrazada por la amistad que Isolda le profesaba de nuevo!-; más tarde los varones empezaron a sospechar de los amantes y metieron otro veneno, el de los celos, en el corazón del rey Marcos para que echara a Tristán de su reino.

Así fue: el rey Marcos finalmente cedió a las malas lenguas, y tras varios intentos fallidos por parte de los varones llegó la prueba concluyente: un hilo de sangre de una herida insignificante de Tristán se podía ver en la cama que cada noche compartían el rey Marcos e Isolda la Blonda. El odio no se hizo esperar y construyó una hoguera para quemarlos el mismo día. Camino de la hoguera, Tristán consiguió escapar, pero cuando el rey supo que Tristán se había escapado, su odio creció tanto como las llamas que ahora se levantaban delante suyo. Ya a punto de echar a la hoguera a la que había sido su dulce esposa, el grupo de leprosos de Cornualles habló: ¿realmente la odiáis y queréis que muera en un instante?, le dijeron.

La propuesta de los leprosos era macabra: que les dieran a Isolda la Blonda para vivir entre ellos, para convertirse en una de ellos y ver cómo su cuerpo radiante se iba deformando en una muerte cruel y lenta. Una venganza perfecta que el buen rey Marcos no desaprovechó. Los leprosos se llevaron a Isolda la Blonda pero ignoraban que Tristán bien pronto se la arrebataría de nuevo para llevársela a la profundidad de los bosques de Cornualles.

Probar lo improbable

Dos años vivieron en medio del bosque acompañados del fiel Governal. Extrañamente felices, los harapos y la comida primitiva no les molestaban. Pero el veneno del amor no los eximía de los remordimientos y por eso cada noche sus cuerpos desnudos se juntaban, pero sin llegar nunca a tocarse. Una espada separaba los dos jóvenes en señal de castidad. Así fue como se los encontró el rey Marcos cuando descubrió la cabaña. No estaban acurrucados, el uno sobre el otro, entrelazando brazos y piernas como correspondería a cualquier pareja de amantes. Y comprendió. Puso su espada en lugar de la de Tristán separando de nuevo a su amigo y a su esposa. El mensaje era claro, podían volver a casa.

Tsitán e Isolda

Tsitán e Isolda
A su regreso, las voces de los varones no se hicieron esperar. De nuevo pedían el exilio de Tristán, y contra su propio corazón, el rey Marcos accedió. También pidieron el juicio del hierro rojo para Isolda la Blonda, según el cual si decía la verdad, al coger el hierro al rojo vivo su mano quedaría intacta. La bella dama no tembló. Envió un mensaje a Tristán, que no se había marchado de la comarca, pidiéndole que fuese a la playa vestido de mendigo. El día señalado, llegaron en barco al juicio, pero Isolda pidió la ayuda de algún mendigo para no mojarse el vestido. El harapiento Tristán se acercó y cogiéndola entre los brazos la llevó hasta la arena, donde Isolda la Blonda le hizo caer. Ya os imagináis por qué. Al hacer el juramento fue concisa: os puedo prometer que nunca en la vida nadie más que el rey Marcos y este mendigo que acabáis de ver me ha tenido entre sus brazos. El hierro al rojo vivo fue como agua para las manos de Isolda.

Un triste final
Recuperada la confianza del rey y cumplido el juramento, Tristán decidió que era el momento de alejarse si no quería volver a traer la desgracia a la vida de su amada. Los amantes se separaron por primera vez. No podían vivir ni morir el uno sin el otro. Separados, no era la vida ni la muerte, sino la vida y la muerte a la vez. En la distancia, los celos aparecieron en sus corazones. Tristán había cabalgado todas las tierras del Mediterráneo ofreciendo sus servicios de caballero en diferentes reinos. Ni un mensaje de Isolda la Blonda. La veía cubierta por las amabilidades del rey Marcos mientras él vagaba por tierras lejanas.

Finalmente, en el reino de Bretaña aceptó la mano de una dama que, ironías del destino, tenía por nombre Isolda de las Blancas Manos. En el mismo momento que aceptó se arrepintió; cuando la tuvo en la cama nupcial le mintió: no podía darle su cuerpo hasta pasados seis meses.

No pasaron seis meses que, en una de las batallas que Tristán libró para defender su nuevo reino, otra vez entró el veneno en sus venas. Esta vez, no obstante, no había remedio. No podía ser más desgraciado y en la desgracia, había confesado al hermano de Isolda de las Blancas Manso, ahora su amigo, su tortura. También un veneno, ¡pero este de amor! El leal compañero se enterneció ante la petición que le hacía Tristán: ver a Isolda la Blonda antes de morir. Aceptó el favor y quedó con Tristán en que si volvía con ella, alzaría velas blancas en su barco, y si no podía hacerlo las velas serían negras.

Tal día llegaba ya Isolda la Blonda para ver a su amante, que la otra Isolda, la de las Blancas Manos, llevada por la rabia de saberse segunda mintió a Tristán diciéndole que el barco de su hermano alzaba velas negras. Allí mismo se fundió el cuerpo del héroe y todavía estaba caliente cuando Isolda la Blonda entró en la habitación. Pero aquel calor era sólo un recuerdo de Tristán, una sombra que ya no volvería a dormir a su lado. Y así mismo, como había entrado, se tumbó sobre el cuerpo muerto de Tristán para morir ella también. No eran nada si no estaban juntos. Y también juntos, moría ahora uno contra el cuerpo del otro.

Romeo y Julieta



La historia se desarrolla en Verona, en donde viven dos familias que son rivales, los Montesco y los Capuleto. Romeo, único heredero de los Montesco, entra sin ser invitado al baile de mascara de los Capuleto, en el que conoce a Julieta, hija única de los Capuleto; ambos se enamoran a primera vista. Sabiendo que sus padres jamás permitirán su unión, se casan en secreto, con ayuda de Fray Lorenzo. El mismo día de la ceremonia, Teobaldo insulta a Romeo, a pesar de ello este último rehusa batirse. Pero Mercutio, el mejor amigo del joven Montesco, entabla duelo a muerte con Teobaldo. Romeo trata de separarlos y Teobaldo aprovecha para herir mortalmente a Mercutio. Romeo, entonces reta a Teobaldo y venga a su amigo matando a su adversario. El Príncipe de Verona, indignado por los sucesos, condena a Romeo al destierro o a la muerte. Romeo se encuentra desesperado, porque estará separado de Julieta, pero Fray Lorenzo le aconseja escape a Mantua, hasta que pueda ser publicado su matrimonio con Julieta y se reuna con ella. Romeo huye a Mantua después de una última entrevista con Julieta. El Conde Paris, pariente del príncipe, pide la mano de Julieta y le es concedida. Julieta se niega y pide auxilio a Fray Lorenzo, quien le aconseja que acepte la boda y le entrega un pequeño franco con un elixir que la sumirá en estado cataléptico, parecido a la muerte. Le indica tomarlo la noche anterior a la boda y se compromete a estar con ella cuando despierte en la cripta de su familia, acompañado de Romeo, después ambos jóvenes escaparían. Fray Lorenzo envía un mensajero a Romeo (Fray Juan) para que venga por Julieta en el momento de despertar. Sin embargo, el mensajero no encuentra a Romeo, ya que este avisado por su criado (Baltasar) de que Julieta ha muerto, sale inmediatamente hacia Verona. Romeo llega a la cripta de los Capuleto encontrándose con Paris, que iba a depositar flores a su futura esposa. El Conde se indigna al ver a Romeo, ambos se baten, resultado vencedor el joven. Romeo se acerca a Julieta, la besa por última vez y toma veneno, falleciendo a los pies de su amada. En ese momento llega Fray Lorenzo, quien se atemoriza al ver los cuerpos de Paris y Romeo. Julieta despierta y el fraile trata de convencerla para que huya con él, pero la joven se niega al ver a su esposo muerto. Fray Lorenzo se va y Julieta se acerca a Romeo, lo besa y se hiere con el puñal de su esposo, muriendo abrazando a su amado. Los guardias aprenden a Fray Lorenzo y a Baltasar. Fray Lorenzo revela la verdad ante el Príncipe de Verona, los Montesco y los Capuleto. Con la muerte de Romeo y Julieta, se sella la paz entre las dos familias rivales.
La cripta de los Capuleto

Julieta yace en sopor sobre un lujoso catafalco. Romeo no ha recibido el mensaje de Fray Lorenzo, por lo que cree a su amada efectivamente muerta. Llega al recinto funerario y la abraza con inmenso dolor. Provisto del veneno que ha de permitirle reunirse con ella, lo toma sin vacilar. Cuando empieza a sentir sus efectos, Julieta despierta de su letargo. Pero es demasiado tarde; los amantes sólo tienen tiempo de darse el último adiós. Para morir con Romeo, Julieta busca el frasco del veneno pero lo encuentra vacío. Entonces toma el puñal que su amado lleva en el cinto y lo hunde en su pecho. Ambos confundidos en apasionado abrazo, entran unidos en el sueño eterno.

OSIRIS, ISIS Y HORUS















Osiris era el hijo primogénito del Padre Tierra y de la Madre Cielo. El joven dios hacía gala de un buen semblante y era mucho más alto que los seres humanos. Tomó por esposa a su hermana Isis, diosa de la Luna. Juntos enseñaron al pueblo de Egipto la fabricación de utensilios agrícolas y la elaboración de pan, vino y cerveza. Isis enseñó a las mujeres a moler el maíz, hilar el lino y tejer el paño. Osiris edificó los primeros templos y esculpió las primeras imágenes divinas, enseñando de este modo a los seres humanos lo que eran los dioses. Le llamaban "El bueno" porque era enemigo de la violencia, y dio a conocer su voluntad únicamente por medio de la benevolencia.

Pero no transcurrió mucho tiempo antes de que Osiris fuera víctima de un complot por parte de su malvado hermano menor, Set, que estaba celoso de su poder. Set era rudo y salvaje; había provocado su salida prematura del vientre de su madre y estaba determinado a gobernar el mundo en lugar de Osiris. Invitó a Osiris a un banquete y después lo asesinó, encerrando el cadáver en un arcón que después arrojó al Nilo.

Cuando Isis oyó la noticia de que Osiris había sido asesinado, quedó abrumada por el dolor. Se cortó el cabello, rasgó sus vestiduras y, de inmediato, se lanzó a la búsqueda del cofre. Este había sido llevado mar adentro y arrastrado por las olas hasta Biblos, yendo a parar bajo las ramas de un tamarisco. El árbol creció tan rápidamente que el cofre quedó totalmente rodeado por el tronco. Entre tanto, el rey de Biblos había ordenado que el árbol fuera talado para que sirviera de soporte al techo de su palacio. Una vez ejecutada la orden, el maravilloso árbol esparció un aroma tan exquisito que su reputación llegó a oídos de Isis. Esta, de inmediato, comprendió su significado. Sin demora, se puso en camino de Biblos, sacó el cofre del tronco y lo llevó de regreso a Egipto. Pero Set, conociendo lo que se estaba tramando, fue en busca del arcón al pantano donde Isis lo había escondido, lo abrió y descuartizó el cadáver de su hermano en catorce pedazos, esparciéndolos después por todas partes.
Isis no se sintió desalentada. Buscó los preciados fragmentos de su esposo y los encontró todos excepto el falo, que se lo había tragado un pez del Nilo.

Como bruja poderosa que era, la diosa reconstruyó entonces el cuerpo de Osiris uniendo todos los fragmentos y haciendo un nuevo falo de arcilla. Después realizó los ritos de embalsamamiento para que el dios asesinado pudiera regresar a la vida eterna. Mientras éste dormía aguardando su renacimiento, Isis se acostó con él y concibió al divino hijo Horus, quien al nacer fue comparado con un halcón cuyos ojos brillaban con la luz del Sol y la Luna.

Resucitado y liberado desde entonces de la amenaza de la muerte, Osiris podría haber recuperado el gobierno del mundo. Pero se sintió entristecido por el poder del mal que había experimentado en la tierra y se retiró al inframun-do, para dar la bienvenida en forma efusiva a las almas de los justos y reinar
sobre los muertos.

Correspondió a Horus, el hijo de Osiris, tomar venganza del acto salvaje que había desembocado en la muerte y desmembramiento de su padre. Horus fue criado en reclusión, pues su madre temía las maquinaciones de Set. Era extremadamente débil al nacer, y solo gracias a la ayuda de los poderes mágicos de su madre pudo escapar a los peligros que lo amenazaban. Eue mordido por bestias salvajes, picado por escorpiones, quemado y padeció dolores de vientre; todo ello obra de Set. No obstante, creció con fortaleza, a pesar de todos estos sufrimientos, y Osiris se le aparecía con frecuencia y le daba instrucciones acerca del uso de las armas, con la intención de que estuviera pronto dispuesto a hacerle la guerra a Set, reclamar su herencia y vengar a su padre.

Cuando Horus llegó a la edad adulta, inició una prolongada guerra para derrotar a sus enemigos y logró destruir a muchos de ellos. Pero Set no podía ser vencido únicamente por la fuerza de las armas, debido a que era sumamente astuto. A fin de terminar con el inacabable derramamiento de sangre, los otros dioses convocaron un tribunal y llamaron ante ellos a los dos adversarios. Set alegó que Horus era ilegítimo, concebido después de que Osiris había sido asesinado; pero Horus demostró con éxito la legitimidad de su nacimiento. Los dioses condenaron al usurpador, restauraron la herencia de Horus y lo nombraron gobernante de Egipto.

Horus reinó de forma pacífica sobre el cielo y la tierra, y, junto con su padre y su madre, fue adorado por todo el territorio. Intercalaba las tareas de gobierno con visitas frecuentes a su padre en el inframundo, conduciendo a los difuntos ante la presencia de, "El Bueno", y presidiendo la ceremonia del pasaje del alma.


ELELLA, LA TRAGEDIA DEL AMOR ETERNO



ELELLA, LA TRAGEDIA DEL AMOR ETERNO
El amor tocó con una tragedia a Serrano. Una tragedia tan grande, tan dolorosa, que sólo muchos años después se atrevió a narrarla en su totalidad, para sus "Memorias de Él y Yo". Una tragedia, sin embargo, ligada antológica y arquetípicamente al mito del amor verdadero: como Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Jasón y Medea, Osirir e Isis... "El Arquetipo del Amor Eterno", según diría el mismo.
Serrano formó amistad con una hermosa joven alemana llamada Irene Klatt. Una mujer bellísima, de cabellos dorados y ojos de diamantes, "transparentes, iluminando la noche de esa sala". Quisiéramos reproducir aquí las imágenes de una mujer tan hermosa, pero por respeto al libro donde el propio autor lo hizo, resistiremos este deseo. Sólo Serrano tenía el derecho de exponerla tal cual era, con su belleza aurífera, divina.

Pese a su juventud y vida sana, que le permitió incluso ser campeona de equitación, Irene padecía una complicada enfermedad respiratoria y, de hecho, Miguel la había conocido en el Sanatorio de San José de Maipo. Se acercó a ella sólo en octubre de 1951, cuando necesitaba su ayuda para traducir unos textos del escritor checo Gustav Meyrink, por recomendación de su amigo Nino Corradini, o al menos con esa excusa para llegar a la casa de Irene, en el viejo barrio de Avenida Suecia, en Providencia.
Irene era una mujer de inteligencia extraordinaria, demás de poseer una cultura y una sensibilidad increíbles. Pintaba y esculpía, especialmente "obras extrañísimas por su belleza extraterrestre", al decir de Serrano. Preferiremos ahorrar los adjetivos para encargar al propio autor la magistral descripción que hace de este ángel. Ello, combinado con un encanto y una dulzura maravillosas, terminaron por enamorar perdidamente al escritor... O más que eso, inclusive. Y a ambos en realidad, sumidos en una de las historias de Amor verdadero y trágico más dolorosas que se hayan narrado alguna vez.

"Princesa Papán", le llamaba él, aludiendo a la hermana-amada del emperador Moctezuma que, en su famoso espejo de ónix, previó el regreso de los dioses, siendo estos confundidos con los conquistadores españoles. Serrano, que era casado y con hijos, simplemente se perdió en esta relación onírica, desde la que reconcibió los conceptos de "El" y "Ella", unidos ahora en la magia de "Elella", la alianza de amor entre un hombre y una mujer, entre los enamorados.
El autor había comenzado a escribir "Quién llama en los hielos", como continuación de "Ni por mar ni por tierra". Cada vez que avanzaba páginas, se las leía a Irene sentado en el patio de su casa. El libro fue concebido en la fecundidad espiritual de amor, entonces. Pero también quedó condenado a quedar inconcluso: La salud de Irene empeoró, ante las angustias de su familia y la desesperación de Serrano. Ahogos y expectoraciones sangrientas, propias de la tuberculosis. Los amargos detalles de esta impresionante historia de amor y agonía, desgarradores, casi insoportables, han sido relatados ya por su propio autor, como hemos dicho, por lo que no nos corresponde tocarlos aquí. No es posible explicar este drama en otras palabras que no sean las ya usadas por quien lo vivió.
El fallecimiento de Irene, en marzo de 1952, fue un vuelco, una ruptura en la vida de Serrano. Nunca más se recuperó completamente. La hermosa historia de amor, se selló en la tragedia. Nunca pudo concluir "Quién llama en los hielos" pero, desde allí en adelante, el amor arquetípico, el concepto de Elella, estará presente en sus obras, como el más poderoso principio de la alianza esotérica entre el hombre y lo divino. Sólo la tragedia pudo abrirle paso a estos conocimientos, y sólo a través de ellos pudo proponerse cumplir la promesa de "resucitarla", con el Amor Eterno (A-mor, que significa Sin Muerte).
El libro que dedicó enteramente a esta magia del amor inmortal y al tantrismo, se titula "ELELLA, Libro del amor mágico", de 1973, y dice allí:
"El caballero descubrió el rostro en la roca de la gruta, en el lugar más sombrío. Era un rostro de mujer, con los cabellos sueltos y, en su mirada, en todo, tenía un toque primigenio que le llenaba de recogimiento. El diseño del rostro estaba realizado por las hendiduras y promontorios en la húmeda roca. Tal vez fuera dibujado por los hielos de una edad perdida, o por hombres de una raza muerta. Había algo que impulsaba a adorarlo. Hizo su santuario de ese rincón de la gruta".
"Lejos, se deslizaba el torrente. En la soledad de las noches, oía voces, como venidas de un tiempo lejanísimo. Las palabras le eran incomprensibles, pero estaban allí, como suspendidas en el aire húmedo".
Claramente, la influencia de Jung le permitió desarrollar su maravillosa interpretación del amor mágico, tras la trágica muerte de Irene. "Nunca más he podido amar a nadie así. Sólo he amado a Irene", escribió en sus memorias.

PAPÁN MIGUEL SERRANO



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Mi corazón ha sido abierto como por una daga


"Te digo que mi corazón ha sido abierto como por una daga y tu has entrado en él. Luego se ha cerrado en mi pecho. Así tú te encontrarás sin otro compañero hasta el día de la resurrección y del Juicio Final, compartiendo toda mi vida y toda mi muerte. Porque cuando yo muera, tú habitarás en el fondo de mi corazón, en las tenebrosas profundidades de la tumba..."

La he amado con todo el ser

¿Por qué me has abandonado?
* * *
"La he amado con todo el ser. La he amado con un amor que es más que amor. La he llevado por el mundo, prestándole mis ojos para que vea, mis sentidos para que sienta. Si no puedo amar a nadie más, es porque me he quedado frío. Porque yo soy ella."
Iba a pronunciar la oración a la Estrella de la Mañana, cuando escuchó una voz:
"Aún no. Estoy en la tumba."
Y luego, el pariente:
"ES la noche oscura. La corrupción de uno es la purificación del otro. Corruptio unius est alterius..."
Lo que sigue de esta historia es mejor vivirlo en silencio. Tras la nigredo, viene la albedo. Albania, la Tierra Blanca, el ascenso a las divinas cumbres, el encuentro con el Oasis que existe entre los hielos. Es posible que ella también vuelva y le guía por los pasillos en penumbra, tal como lo hiciera antaño, hasta dejarle junto a los muros de la Ciudad, en la que ella no entra.
El hombre se mira en un espejo. Y en su agua vieja, descubre que su mirada es la de ella; porque ahora él se está mirando desde ella.
"¡Tu eres yo!", exclama.
Y su grito de triunfo precipita el terremoto. Y, al desplomarse la montaña, junto a las costas del sur del mundo, desde el Océano, emerge la antigua tierra del Andrógino, Elella.

La Muerte. Miguel Serrano


LA MIRADA MIGUEL SERRANO


martes, 8 de julio de 2014

EL BESO Miguel Serrano


El Beso.
"El beso fue una nueva dispensación, establecida para reemplazar la incisión y succión de la sangre. Porque en el beso se mezclan los soplos. Pero así como el dios Quetzalcoatl, fracasó en el intento de reemplazar los sacrificios sangrientos de los aztecas por ofrendas florales, del mismo modo no se ha conseguido con el beso lo que se buscara. Se lo ha transformado en roce sensual. El beso debe ser el primero paso, o escalón, en el camino de vuelta al hogar perdido, a la ciudad de la vida eterna..."
                                            ELELLA AMOR MAGICO  MIGUEL SERRANO

IGNACIO CASTILLO


Johann Wolfgang Von Goethe


Frases de amor de Johann Wolfgang Von Goethe


Víctor Hugo EL HOMBRE Y LA MUJER


El hombre es la más elevada de las criaturas.

La mujer es el más sublime de los ideales.

Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar.

El trono exalta; el altar santifica.

El hombre es el cerebro.

La mujer el corazón.

El cerebro fabrica la Luz; el corazón produce el Amor.

La Luz fecunda; el Amor resucita.

 El hombre es fuerte por la razón.

La mujer es invencible por las lágrimas.

La razón convence; las lágrimas conmueven.

 El hombre es capaz de todos los heroísmos.

La mujer de todos los martirios.

El heroísmo ennoblece; el martirio sublimiza.

 El hombre tiene la supremacía.

La mujer la preferencia.

La supremacía significa la fuerza; la preferencia representa el derecho.

 El hombre es un genio.

La mujer un ángel.

El genio es inmensurable; el ángel indefinible.

La aspiración del hombre es la suprema gloria.

La aspiración de la mujer es la virtud extrema.

La gloria hace todo lo grande; la virtud hace todo lo divino.

 El hombre es un código.

La mujer un evangelio.

El código corrige; el evangelio perfecciona.

 El hombre piensa.

La mujer sueña.

Pensar es tener en el cráneo una larva; soñar es tener en la frente una aureola.

 El hombre es un océano.

La mujer es un lago.

El océano tiene la perla que adorna; el lago la poesía que deslumbra.

 El hombre es el águila que vuela.

La mujer es el ruiseñor que canta.

Volar es dominar el espacio. Cantar es conquistar el alma.

 El hombre es un Templo.

La mujer es el Sagrario.

Ante el Templo nos descubrimos; ante el Sagrario nos arrodillamos.

 En fin: el hombre está colocado donde termina la tierra.

La mujer donde comienza el cielo.