viernes, 27 de mayo de 2016

Recibió una carta:

             

"Es muy tarde. No puedo dormir. Me voy, parto. No sueltes mi mano. Tengo puesta mi fe en ti, sé que me ayudarás y no dejarás que me muera totalmente. Sálvame. Hazme caer en ti, no es la nada. Comprendo que ya no es posible cambiar el destino, que las leyendas del camino que hemos elegido son inmutables. Deberé morir para que tú vivas. Para que El viva, para que el amor se alimente. Si yo viviera, ¿qué pasaría? Un amor más destruido al paso de los días, cambiado en indiferencia. La ley de la tierra haría surgir en mí la madre que devora. Cumpliríase así la predicción de tu Maestro. Pero El no lo quiere. El no lo permitirá. Siento que el destino de la amante es renunciar a su eternidad para dársela al amado. Te entregaré mi eternidad. Caeré en tu alma y le daré mi rostro. Así me conservaré eternamente joven. Y cuando tu mueras, caerás en tu alma como dentro de mí... Despósate conmigo, allí dentro. Si tu fracasas, si tu no llegas, todo habrá sido en vano. Y el ángel del amor ya no conocerá su rostro..

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