
Regresó entonces la despierta. Le envolvió en sus brazos y le besó con los labios entreabiertos, suspirando.
De este modo le entregó su corazón.
-Con este beso, amigo, te doy mi corazón. Tiene ahora dos corazones. ¡Dame el tuyo para poder vivir!
El caballero le devolvió el beso. Y también suspirando, le entregó el corazón.
Después, sentado a la entrada de la gruta, repetía:
-Mi corazón está en ella, todo entero, y mi espíritu va en pos de él. El corazón es un espejo donde el amante ve a su amada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario